Gente que nos lee

lunes, 9 de mayo de 2011

¿Para qué sirve la Inseguridad? (Nadia)

Diez menos diez de la mañana. Lunes, nueve de mayo.

Camino junto a mis amigas, charlando de cosas sin sentido que nos hacen reír a todas.
Las miro. Son estupendas. Tan transparentes, tan verdaderas.
Nos dirigimos al gimnasio, donde el profesor nos hará correr a todos sin importar que sea lunes, sin importar lo cansados que estemos del corto pero intenso fin de semana. Eso da igual, lo importante para él es hacernos correr, hacernos sudar.
Entro. Doy almenos siete vueltas sin parar de correr, sin parar de estirar los músculos engarrotados. Cuando todos paran, yo no soy menos.
El profesor nos empieza a explicar qué es lo que daremos en las próximas clases.
Atletismo.
Genial, atletismo. Se me da tan mal como cualquier otro deporte, pero aún así me callo. No tengo nada que reprocharle, pues toda queja acabaría en suspenso. Así que decido hacer lo que él pide. Correr por todo el gimnasio y saltar con una pierna cuando él dé una palmada.
Divertido, nos observa desde la colchoneta, o simplemente nos observa porque ése es su trabajo.
El calor empieza a llegarme poco a poco, y siento que la camiseta me agobia cada vez más, pero no digo nada. Solamente me limito a seguir corriendo como hacen todos mis compañeros. Ninguno parece molesto, y yo no voy a ser menos.
Cuando dejamos de correr, nos propone unos ejercicios que a simple vista resultan fáciles.
Los hago. Bueno, más bien intento hacerlos.
Empiezo a correr, como él pide, y tras dar tres pasos doy un salto, pero mis zapatillas patinan en el escurridizo suelo y me voy de lado. Oigo unas risillas de fondo, pero no me importan, pues yo también me estoy riendo de mí misma.
La clase empeora cuando miro a las demás divirtiéndose con el ejercicio. Lo hacen bastante bien, pero yo no consigo cogerle el truco. Sigo probando y nada, cada vez me sale peor. Decido situarme en una esquina, fuera del alcance de los ojos del profesor, intentando pasar desapercibida.
Me miro, y me acabo de dar cuenta de que yo no sirvo para todo esto. Para moverme, para saltar, para correr ante la gente.
Cuando vuelvo a mirarme por encima, noto que he engordado. Peso más que cualquier otra chica de mi clase o, almenos, eso es lo que me parece a mí.
Cruzo los brazos, en un intento vano por taparme un poco. Cada vez lo veo más difícil.
La gente empieza a decirme que intente hacer el ejercicio, y yo me niego rotundamente. No quiero que me vean de nuevo, no quiero volver a repetir el ejercicio para ser el blanco de toda burla.
Lo único que se me ocurre es salir corriendo del gimnasio.
 
 
La inseguridad es un sentimiento que nos hace sentir pena y lástima por nosotros mismos. Posiblemente a tí también te haya pasado aunque, sinceramente, espero que no.
A mí sí que me ha pasado, exactamente hoy en clase de educación física. ¿Sabes lo que ha pasado después? Al huir, me he mirado en el espejo y me he sonreído. Me he dicho a mí misma: ¿Qué ha pasado ahí fuera?, ¿de verdad vas a dejar de ser lo que tú eres por lo que pueda decir el mundo?, ¿por qué dejar de sonreír, por qué empezar a sufrir por tu propio cuerpo?
Y es que la inseguridad es lo peor del mundo, pues nos influye incluso demasiado, y no deja que mostremos lo que realmente somos. No nos permite sacar a relucir lo que nos hace felices, lo que nos gusta de nosotros mismos.
No te conozco, posiblemente nunca hablaré contigo. Sólo serás mi lector/a, desgraciadamente puede que jamás seamos amigos/as.
Pero hoy estoy dispuesta a decirte que cojas todas las inseguridades que te atormentan para sacarlas de tu vida, y cerrar la pequeña puerta que tienes en el corazón para no permitirles la entrada de nuevo.
Finalmente, quiero pedirte una última cosa. Levántate, camina lentamente hacia cualquier espejo de tu casa, mírate y sonríete. Susúrrate que te sientes segura, que nadie ni nada podrá influir jamás en el amor propio que sientes. Que jamás cambiarás, que seguirás así. Que la belleza de una persona jamás está reflejada en el físico, solamente se puede encontrar en el interior.
Y grítate: Soy feliz.

PD: Sólo vale soñar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario