Gente que nos lee

lunes, 10 de octubre de 2011

Lágrimas

Abrió con cansancio la puerta. Cabizbaja recorrió el pasillo, no podía levantar los ojos del suelo, como si el mundo no aceptase una mirada suya. Llegó a su habitación, se apoyó sobre el marco de la puerta y observó lo que allí había: todo el suelo estaba lleno de apuntes y libros abiertos, la cama estaba llena de mapas y cuadernos con anotaciones. Suspiró, volvió a recordar lo que hacía antes de pasar aquella velada, sus ojos estaban rojos, en sus mejillas yacían secas unas lágrimas negras causadas por el rímel y su pelo estaba desordenado. Se dispuso a recoger lenta y desanimadamente los trabajos que se encontraban encima de su cama, los dejó en el suelo junto con el resto de papeles aparentemente desordenados. Se tumbó, se quitó los tacones haciendo palanca con el otro pie y los dejó caer al suelo sin ningún miramiento. No le importaba arrugar y estropear su mejor vestido de gala pues ya todo le daba igual. Cerró los ojos y escuchó el silencio eterno de la casa, las lágrimas volvieron a rodar por sus mejillas al darse cuenta de la soledad que inspiraba su morada. Silencio y soledad. Siempre había sido así y nuca cambiaría, fue muy tonta al pensar que él era su salvación. Suspiró no quería recordar lo que había pasado aquella noche, pero sin embargo no pudo evitarlo.

Bueno, esta historieta no termina aquí, se extenderá durante unos cuantos días.

Sólo vale soñar...

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